A 100 AÑOS DEL ENIGMATICO
EPISODIO DE TUNGUSKA
Al amanecer del 30 de junio de 1908, hace exactamente 100 años, "algo", que no se ha podido especificar con total claridad aun pasado un siglo desde el acontecimiento, cayó repentinamente del cielo sobre un desolado e inhabitado rincón de la taiga siberiana, en las cercanías del río Tunguska Medio. La caida de este objeto procedente del espacio exterior provocó una gigantesca explosión que fue sentida a cientos de kilómetros de distancia, y cuya onda sismica llegó a dar dos veces la vuelta al mundo. Los testigos de la explosión vieron elevarse al cielo una masa nubosa con forma de "arbol" que "brillaba como el Sol" y que se elevó hasta unos 80 km de altura, seguido de un calor inusual y un viento impetuoso que derribó casas y tiendas de pastores de renos tunguses, únicos moradores del lugar, a varios kilómetros a la redonda. El conductor del ferrocarril Transiberiano, que corría a unos 500 km al sur del lugar del impacto en ese momento, dijo haber tenido que detener su marcha temiendo un descarrilamiento, al notar como vibraban tanto los vagones como los rieles. Varios astrónomos del observatorio de Irkutsk observaron su trayectoria del bólido que experimento, en su caida vertiginosa, un extraño cambio de dirección en pleno vuelo. Se registra en los diarios de la época que, tan lejos como en Londres, durante las tres noches siguientes se observó una extraña luminosidad nocturna que permitía leer el diario en las noches sin necesidad de luz artificial.
El estudio oficial del suceso fue tardío y no generó mayor interés en las autoridades rusas gobernadas por el zar Nicolás II, enfrentado a mayores problemas como las grandes agitaciones sociales que culminarían, nueve años más tarde, con la Revolución Rusa. No consideró prioritaria su investigación, no envió expediciones a dicha zona y optó por hacerlo pasar más bien como una "advertencia divina" contra la agitación revolucionaria en curso.
De esta forma el suceso quedó en el olvido científico durante los siguientes 19 años. Recién en 1927, el gobierno soviético, ahora al control del país, comisionó al geologo Leonid Kulik para investigar el hecho. El se dirigió al aislado lugar, cubierto de permafrost y bosques de pinos y abedules y jalonado de innumerables pantanos de turba, al que accedió en marzo de ese año tras numerosas dificultades. Kulik iba con la certeza de que demostraría la teoría más lógica, es decir, que el objeto caido en Tunguska había sido un meteorito.
Interrogó a los pastores nómadas que recordaban el hecho ocurrido dos décadas atrás, e investigó el terreno, descubriendo que habían 2.200 km 2 de bosques destruídos, con millones de árboles arrancados de cuajo y tirados en el suelo, quemados y apuntando con sus raices al epicentro de la explosión. En dicho lugar del epicentro, sobresalían varios árboles secos pero aun en pie, con sus troncos sin ramas ni hojas. Sin embargo, entre estos troncos derribados crecía con curiosa rapidez un nuevo bosque joven y verde. A Kulik le llamó la atención que "la temperatura en todo el perímetro es superior a la media normal, a pesar del tiempo transcurrido desde la explosión".
Sin embargo, por más que buscó en sus 4 expediciones al lugar (1927-1937) , Kulik no logró hallar ningún cráter ni restos esperables en un sitio de impacto de un meteorito.
Las entrevistas a testigos revelaron situaciones que eran muy extrañas para la época, pero que ahora nos resultan familiares .
Los pastores tunguses atribuyeron la explosión a un castigo de su dios Ogda, pero entremezclaban relatos de la luz tan brillante que no se podía mirar a ojo desnudo, un calor insoportable que fundió los articulos metálicos sobre la piel provocando severas heridas, la caida de pelos y dientes de los testigos más próximos durante los díoas posteriores. Hablaron de la muerte simultánea de 1500 renos y, pese a que no se consigna ninguna víctima humana directa del impacto por lo inhóspito del lugar, al poco tiempo comenzaron a observarse extraños síntomas entre los habitantes de las cercanías :
"Graves y contínuos males afectaron a nuestras gentes desde aquél día. Los que no murieron rápidamente, comenzaron a enfermar: misteriosos males surgieron mucho tiempo después de ello(...) llagas que se abrían y no cerraban nunca (...) nacían niños con deformaciones , seres mosnstruosos que morían al poco tiempo de ver la luz. Desconsoladas, las madres lloraban sin cesar tras uno y otro parto de monstruos. Con los animales pasaba lo mismo: nacían de cinco patas o de dos. A veces eran seres con gigantecas cabezas y cuerpo reducido o inexistente. Asimismo los vegetales crecían hasta alcanzar formas repugnantes, especialmente aquéllos que nacen bajo tierra"
¿A qué recuerdan estas descripciones de los habitantes del lugar? ¿No es verdad que evocan algo que no existió en el mundo sino hasta 1945, es decir, una explosión atómica?
Nadie, en la época de Kulik (quien murió en 1942 luchando por el Ejército Rojo en Smolensk) conocía los efectos de la radiactividad.
En 1930, el astrónomo Astapovich y el meteorologo Whipple presenraon la teoría de que el objeto había sido un pequeño cometa, o parte de uno, con un diametro de unos 100 metros. Años más tarde se sugeriría, según estudios orbitales, que se podría tratar de un trozo del cometa Encke, que viajaba por las cercanías de nuestro planeta en dichos años.
Recreación de la explosión
En 1946, el físico y escritor ruso Alexander Kasantsev escribió un relato de ciencia ficción llamado "Un huesped del Cosmos". Según los cálculos de este físico, era descartable la posibilidad de que lo que cayó en Tunguska hubiera sido un meteorito, no sólo por la ausencia de cráter o restos del mismo, sino que por su eventual tamaño y velocidad. Para provocar tal daño, estimado a esa altura en el equivalente a 20 bombas atómicas de Hiroshima, el meteorito debiera haber tenido una masa de un millon de toneladas y viajar a una velocidad de 30 a 60 km/segundo, en tanto que los cálculos astronómicos y el estudio de sus efectos sobre los arboles hablan de solo 4 km/segundo para este objeto. La posibilidad teórica de un meteorito radiactivo, compuesto de Uranio 235 o Plutonio puro, nunca se ha demostrado en el espacio y sería algo muy insólito de encontrar.
Otra posibilidad, un cometa, cuya cabeza está compuesta de hielo y gases, si bien no dejaría un cráter, aparte de no haber sido observado los días previos por los astrónomos, requeriría la misma alta velocidad de 40 km/segundo para impactar con tal grado de destrucción.
La conclusión final de Kasantsev en su cuento acerca de Tunguska fue curiosa para su época: lo que se habría estrellado en Tunguska habría sido una nave extraterrestre, a propulsión atómica. Esto lo escribió un año antes de Roswell o del bautizo de los platillos voladores con dicho nombre.
Varias otras expediciones han seguido investigando el sitio. Es destacada la que encabezó entre 1959 y 1960 el doctor Alexei Zolotov, quien estudió troncos de árboles sobrevivientes a la explosión y encontró, en base a sus anillos, un crecimiento anormal de éstos a partir de 1908, con grosores hasta 10 veces los previos, y signos de radiactividad en los mismos (estroncio 90) nunca antes presentes en anillos previos. Resultados, éstos últimos, que no han vuelto a ser confirmados. Además, se hallaron abundantes residuos de niquel en el lugar.
Otras expediciones, como las de Florensky a inicios de los 60, hallaron partículas microscópicas de magnetita (oxido de hierro) e iridio por todo el lugar, un metal común en rocas de origen espacial. Quedaba claro, a esa altura, que el objeto había explotado a unos 8 km de la superficie, de acuerdo al análisis del daño causado y a la ausencia de cráter visible, y que éste habría sido el resultado de la onda de choque atmosférica y, secundariamente, a la onda térmica. Para este científico, la hipótesis más plausible era la de un pequeño cometa que se vaporizó en la atmosfera tras explotar, pese a los cuestionamientos antes mencionados acerca de su origen brusco.
Por su parte, tras otras varias expediciones, Zolotov sugirió, en octubre de 1976, un origen atómico de la explosión, atribuyéndola también a una posible nave extraterrestre.
Recién en 1989, el gobierno ruso permitió a investigadores extranjeros unirse a la búsqueda. Un grupo italiano de la Universidad de Bologna, dirigido por Giuseppe Longo, que viajó a la zona en 1999, anunció en 2007 que habían encontrado un cráter, representado por el actual lago Cheko, a 5 km del epicentro de la explosión. Sus hallazgos no han sido confirmados y han sido puestos en duda por otros cientificos, dado el tamaño del lago y la presencia en él de árboles que parecen tener más de un siglo de existencia.
Finalmente, en 2004, una expedición de la U. de Krasnoyarsk, dirigida por Yuri Labvin, reafirmó la posibilidad de que fuera una nave extraterrestre la que impactó en Tunguska, tras analizar las llamadas "piedras reno" abundantes en la zona tras el impacto, cuyo análisis comprobó un metal desconocido como constituyente.
Más de 67 teorías se han propuesto para explicar este fenómeno, lo cual revela que ninguna de ellas es tan contundente como para considerar resuelto el enigma: un meteorito de antimateria, un trozo de hoyo negro, un super-rayo, una gran bola de nieve, un bloque de hidrógeno sólido, el rayo experimental de Tesla, un terremoto, un misil nuclear de prueba extraterrestre, etc, muchas de las cuales carecen de apoyo sólido.
Muchas de estas teorías podrían calzar con la explosión inicial; Pero, ¿cómo explicar las secuelas observadas en la población local a lo largo de los meses siguientes?
Si hubiera sido una explosión atómica, ¿cómo explicar la existencia de esta tecnología casi 40 años antes de su utilización por el hombre, si no es por inteligencias extraterrestres? ¿y el hecho de que esta explosión se haya producido en un lugar deshabitado y con consecuencias muy menores para la humanidad, comparado con su eventual caida en una ciudad o en el mar, con subsecuentes tsunamis que hubieran matado millones de personas, es muy buena suerte o premeditación para no causar daño?
Da que pensar, ¿verdad? El enigma está lejos de ser considerado resuelto, pese a los avances de la ciencia en todo un siglo completo.
En un Congreso al respecto cerrado ayer en Moscú, el astrónomo Vitali Romeiko denunció que el evento de Tunguska aún hoy no ha sido investigado lo suficiente, lo que explica tal abundancia de teorías.
Les dejo algunas referencias a los interesados en profundizar más el tema.
Se agradecen comentarios y opiniones.
El bosque de Tunguska, hoy
"El Enigma Tunguska", Antonio Las Heras, Ed. Nowtilus 2006
Wikipedia
Cielosur.com
Reyastrol.com,completa revisión de las teorías