EL HOMBRE QUE CONSTRUYO UNA CATEDRAL
En las páginas de la historia universal, nos topamos frecuentemente con gobernantes o reyes de la antiguedad, de quienes se afirma, construyeron grandes obras monumentales: se habla, por ejemplo, de un Keops, constructor de la Gran Pirámide, de un Shah Jahan constructor del Taj Mahal, de un Iván El Terrible, quien construyó la iglesia de San Basilio, etc. Se trata de grandes hombres que tuvieron una idea de una construcción monumental en su cabeza, supieron rodearse de hábiles arquitectos y de un gran número de mano de obra, voluntaria o no, para llevar a cabo su megaproyecto.
¿Pero, qué me dirían ustedes si les presento en este post el caso de un hombre común y corriente que, literalmente, lleva más de 45 años construyendo una catedral, con sus propias manos, casí sin ayuda de otras personas y sin presupuesto ajeno, casi como una misión de vida?
Siéntense con calma, y lean la increíble historia de fe y tenacidad humana que les pasaré a contar.
Don Justo Gallego Martínez, nacido en 1925 (81 años actuales) en España, tuvo siempre el anhelo de dedicar su vida al sacerdocio. Sin poder completar siquiera su enseñanza basica debido a la Guerra Civil Española, ingresó casi a los 30 años como monje trapense al Monasterio de Santa María de la Huerta, en Soria. Sin embargo, estando allí enfermó de Tuberculosis, por lo que debió abandonar dicho monasterio y dicha vida en 1961. Ante el dolor de no poder continuar con su vocación, decidió emprender una increíble misión autoimpuesta: construír, él sólo, una Catedral en un terreno heredado de su padre en la localidad de Mejorada del Campo, Alcalá de Henares, en las afueras de Madrid. Y así, sin planos, sin estudios arquitectónicos oficiales, sin auspicios, sin experiencia práctica en albañilería y con sus propias manos como única y exclusiva mano de obra, inició la construcción de su Catedral el 12 de octubre de 1961


Aspecto actual de la construcción
Inspirándose en la lectura de libros italianos referidos a arquitectura renascentista, castillos y construcciones medievales, recopilando materiales de desecho y reciclados, recogidos de todas partes, incluyendo por ejemplo botes de Cola Cao rellenos de hormigón para los cimientos del edificios, sin el auspicio del obispado local, y sin siquiera contar con autorizaciones municipales de construcción, sin pedir donaciones públicas hasta hace un par de años, en que su obra de 40 años fue mostrada por primera vez por la prensa hispana e internacional y la Pepsi Cola le aportó dinero a cuenta de un comercial de la bebida . La fama le ha significado ser objeto de numerosas visitas turísticas en los últimos 2 años.Don justo lleva pacientemente cada mañana de estos 45 últimos años, colocando ladrillo a ladrillo de lo que se ha transformado en la razón de su vida. Ha contado con la ayuda de sus 6 sobrinos, o de algún ocasional voluntario, y con su dinero, ha contratado ocasionalmente algún especialista constructor para ciertas etapas de la construcción.
Consta de una cúpula en construcción, de 40 metros de altura, y -curiosidad del destino- se ubica en la calle Gaudí de su pueblo, nombre de otro constructor idealista de la nunca acabada Sagrada Familia de Barcelona.
¿Irá a poder ver concluída algún día su obra? El dice que, respecto a esta "obra de fe", como la denomina, sólo piensa en el día a día y no se proyecta al futuro, pero algunos técnicos estiman que se podría completar, a este ritmo, en unos 15 o 20 años más.
Interior de la Catedral
Arcada de la entrada a la CatedralDon Justo ha dedicado esta Catedral a la Virgen del Pilar, patrona de España, y tiene pensado entregarla a su muerte al Arzobispado de Alcalá de Henares, pese a que la Iglesia Católica no ha tenido participación alguna en su construcción y auspicio. Su gran anhelo, como sacerdote frustrado por el destino, sería poder celebrar una misa en su interior, una vez terminada.
Mayores detalles en estos link:
La Catedral de Justo GallegoWikipedia Justo GallegoA principios del siglo XXI, todavía existen ideales, metas inalcanzables, cosas por los que vale la pena vivir y dedicar cada uno de los días de la vida, y Quijotes que las encarnen.
Aun en la decadente España de Zapatero.
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